sábado, 20 de septiembre de 2008

LOURDES 2008 150 aniversario

CAPÍTULO 1: Génesis del viaje al “más allá”


Esta es la historia de unos insensatos y entusiastas jóvenes que emprendimos un viaje único e irrepetible como pocos se hacen en la vida. Somos siete y nuestros nombres: Sonia, Marta, Mateu, Pablo, Vicens, Pedro, y yo. Nos dirigimos al Santuario de Lourdes allí en el sur de Francia pero llevamos GPS, privilegio que no poseían los peregrinos de antaño.

¿Porqué nos vamos a Lourdes?

Esta pregunta resulta algo comprometida y hace sonrojar a los más pálidos pero es obligatorio responderla. Por algún motivo nos subimos a ese coche y algo fue lo que hizo que volviéramos (aunque sea más fácil y evidente de imaginar). No me gusta generalizar aunque todo el mundo diga lo contrario, o sea que no voy a hablar como si los siete pensásemos lo mismo o como si todos fuéramos iguales, y no lo somos. Me explicaré. No somos ninguna organización ni pertenecemos a ninguna congregación y ni mucho menos unos fanáticos ni estamos enfermos, simplemente vamos a ver al Papa porque va a Lourdes. Y cada uno tiene sus motivaciones y decidir subir al coche es algo casi místico porque de alguna manera sientes como tu decisión, aparte de hacerse irreversible, se plasma y ves como tu punto de origen se pierde y no cabe otra cosa que mirar hacia delante porque entonces tu cara se vuelve verde y hay que parar porque te has mareado, pero eso no nos ocurrió a ninguno. Se me ha olvidado hablar de un pequeño milagro que ocurrió justo antes de marchar en el Volskwagen Sharan de Pablo. Es una furgoneta de siete plazas para siete personas. Recuerdo muy bien el momento en que llegamos al punto de encuentro, con la furgo abierta y Pablo revisando cosas y Vicens y Pedro fumando como descosidos. Un instante después me dí cuenta de que en el coche no se puede fumar y comprendí. Yo fumo, así que me puse a fumar como un descosido. Marta y Mateu estaban medio dormidos en una especie de trance-nirvana a pesar de que ya eran las 8 y pico de la mañana. A Sonia la vi despierta pero tuve mis dudas. No hacía frío y todos iban en manga corta y yo llevaba puesta mi chaqueta de cuero (alias “chupa” según el lenguaje vulgar) y no sentía el calor abrasador que se cocía en mi interior porque esa chaqueta me gusta y puedo aguantar muchas cosas por sacarla a pasear aunque me tachen de matón o de James Dean a lo cutre. Nos saludamos todos y hablando y hablando nos llevamos todos las manos a la cabeza cuando intentábamos meter en el maletero todas las bolsas. Creo que hacía años que no veía un maletero de furgoneta tan pequeño como aquel y casi nos morimos cuando estuvimos a punto de tener que dejar la nevera de Mateu con las Xibecas (sólo habían dos botellas por si alguien investiga). El pequeño milagro fue encajar a las chicas en el asiento trasero colocando mochilas por todos lados y que estuviesen cómodas. Espero que no fuese un cumplido, yo habría muerte de estrés aunque a la vuelta probé la experiencia y resulta más gratificante que el sofá más cómodo que tengo en casa que es del Ikea. Y bueno… cerramos todas loas puertas y a dentro. No me gustaría decir que la guitarra solo cabía en la entrepierna del copiloto, que era Pedro, luego explicaré que allí en Lourdes tocamos muchas canciones con la guitarra y al copiloto no tuvimos que llevarle a ningún hospital porque no le pasó nada con ningún bache ni nada parecido.

escrito por: Txiki Blasi

1 comentario:

Unknown dijo...

Gran escrito Txiki!

No sabia de la existencia de este blog, hasta que he decidido revisar el mio para actualizarlo y he entrado en el los links que tenia para ver quien actualizaba mas a menudo. Sorpresa para mí cuando veo en el de Torre, que casi no actualiza, que tiene este "linkado", y tal qual he clicado. Me ha gustado y lo he agregado al Mío.

Un abrazo a todos!